
LA HORA DEL TÉ
MICRORRELATOS
Nicolás J. Marinelli

LA HORA DEL TÉ
La viuda Wilkinson aprendió de su padre, el excelentísimo coronel Sir Thomas Mallory, que las buenas costumbres debían respetarse ante todo.
Sin embargo, aquella tarde, durante la hora del té, Mrs. Wilkinson decidió hacer la vista gorda con su hijo Paul, "the rockstar"; después de todo, se había dignado a visitarla tras mucho tiempo de ausencia. La merienda transcurrió de manera más o menos agradable, aunque Mrs. Wilkinson no dejaba de observar de arriba a abajo el llamativo atuendo de su único hijo.
Al momento de despedirse, Paul, cansado de llevar el cabello atado, decidió soltárselo. Su largo cabello negro azabache se desplegó sobre la mesa de fino raso y fue a caer sobre las masitas finas. Mrs. Wilkinson no pudo soportarlo más; tomó un gran cuchillo para cortar el pan y lo clavó en medio de la cabeza de Paul, quien cayó fulminado. Entonces, Mrs. Wilkinson pensó: "Así te ves mejor, querido hijo. Peinado con raya al medio, como dictan las buenas costumbres. Así lo querría tu querido abuelo. Que en paz descanse."